Diagnóstico
y tratamiento
El
diagnóstico de la bulimia resulta complicado ya que los episodios de voracidad
y vómitos se ocultan con facilidad. Además, algunos síntomas pueden ser
confundidos con los de otras patologías. Para un diagnóstico adecuado es
necesaria una entrevista psiquiátrica que desvele la percepción que el enfermo
tiene del propio cuerpo y la relación que mantiene con la comida.
Asimismo,
es necesaria una exploración física completa para detectar los trastornos fruto
de su comportamiento alimenticio. Los objetivos del tratamiento son corregir
los trastornos alimenticios y psicológicos de la enfermedad. En virtud de la
gravedad se puede recurrir a un tratamiento ambulatorio o a la hospitalización.
En
primer lugar se trata de evitar los vómitos, normalizar el funcionamiento
metabólico del enfermo, se impone una dieta equilibrada y nuevos hábitos
alimenticios. Junto a este tratamiento, encauzado hacia la recuperación física,
se desarrolla el tratamiento psicológico con el fin de reestructurar las ideas
racionales y corregir la percepción errónea que el paciente tiene de su propio
cuerpo.
El
tratamiento también implica la colaboración de la familia, ya que en ocasiones
el factor que desencadena la enfermedad se encuentra en su seno. La curación de
la bulimia se alcanza en el 40 por ciento de los casos, si bien es una
enfermedad intermitente que tiende a cronificarse. La mortalidad en esta
enfermedad supera a la de la anorexia debido a las complicaciones derivadas de
los vómitos y el uso de purgativos
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